martes, 12 de marzo de 2013


HÁBITOS DE ALIMENTACIÓN


Los niños, en general, no deben tener problemas para comer si se tiene en cuenta su hambre natural, respetando sus necesidades alimenticias y sin entrar en juegos de disputa de poder. No obstante hay niños que por diferentes circunstancias presentan problemas de alimentación.

Los niños que sólo comen dos o tres cosas suelen ser, además, los que eternizan la hora de la comida. Disponen de varias “técnicas” para sacar de quicio a la persona que está con ellos mientras comen (por ejemplo, no masticar, hacer bromas, escupir, levantarse continuamente, etc.).

Para saber si un niño come poco primero se hará un registro de lo que en realidad come. Puede que coma lo suficiente y, por tanto, no sea preocupante. Los padres deben consultar con el pediatra las cantidades adecuadas para la edad y las características de su hijo.

Cuando estos problemas se detectan la mejor alternativa es plantear una intervención dirigida a implantar hábitos de alimentacion adecuados  y  saludables.


FASE DE INTERVENCIÓN

o La intervención debe plantearse como algo natural todos los cambios a introducir han de resultar mínimamente intrusivos y no alterar el ritmo habitual del niño ni de la familia.


o Se deben priorizar los objetivos a conseguir. No se pueden abordar varios al mismo tiempo, ya que eso implica una excesiva demanda tanto para el niño como para el adulto. aplicar en una comida del día.

o Instaurar una rutina del momento de comer. Comer a la misma hora, en el mismo lugar y con las mismas condiciones ambientales (por ejemplo la condición de tele apagada hasta que haya terminado de comer). Elija las horas de las comidas. Un horario razonable entre los 3-4 años es comer a la 1.30-2 y cenar a las 8-8.30. Para elegir el horario del desayuno, aconsejamos despertar al niño por las mañanas con el suficiente tiempo para que pueda esperar a desayunar una vez que se ha despertado del todo después de vestirse, lavarse o incluso charlar un ratito. Haga que el niño coma con otros miembros de la familia si es posible. Haga coincidir el final de la comida con alguna situación que le guste al niño, por ejemplo un juego de escondite o cosquillas si es pequeño, ver la televisión, ver un cuento o sacar su juguete preferido.

o Se deben emplear apoyos visuales (pictogramas) y elaborar un “contrato”. Es conveniente que el niño conozca la comida que se le va a ofrecer (primer y segundo plato y postre) y el premio que recibirá al terminar. Esto se puede mostrar con fotografías o dibujos. Se han de servir los platos en el mismo orden que los dibujos o fotos que se ponen encima de la mesa y se deben presentar de forma atractiva. Además se pueden mantener a su vista durante la comida, para que vea los pasos que quedan para conseguir el premio (contratado). Un premio muy conveniente es darle a escoger el postre, ya que está relacionado con la comida, procurando postres muy apetecibles para el niño. Por ejemplo, puede elegir entre un helado o una chocolatina pequeña si esos son sus alimentos preferidos.

o Poner en el plato comida simple y fácilmente identificable. A los niños les gusta ver lo que están comiendo. Aconsejamos además no mezclar alimentos en el mismo plato o la misma cucharada.

o Siempre al terminar el “tiempo de la comida” se debe mostrar el plato vacío.
Este es el estímulo clave que marcar el fin del tiempo y el niño asociará  que acaba de
comer cuando no hay nada en el plato. Este punto está relacionado con la cantidad de alimentos que se sirvan pues es preferible que sea poca cantidad, especialmente de
aquellos nuevos o que no le gusten y más de los que si le gustan, aunque si su problema
es la inapetencia, es mejor que las cantidades siempre sean pequeñas para que siempre pueda terminar el plato.

o Pactar un tiempo para comer. Retirar el plato sin enfadarse si no ha comido en un tiempo prudencial. Actuar de esta manera, dos o tres veces seguidas para que vea que no hay guerra y que si no come, el que pierde es él, no tú. Por supuesto, no ofrecer nada después.

o Evitar que coma y picotee antes de las comidas principales y ser rigurosos con el seguimiento de los horarios de comida establecidos. Es importante para conseguir el éxito que el niño llegue a la mesa con hambre. Respetad siempre el número de comidas del día y no añada ninguna más aunque el niño no haya comido nada en la anterior.

o Ser constante con el plan. Actuar y no discutir con él. No hay que olvidar que la constancia es un arma imprescindible para educar. No se debe pensar que educar en unos hábitos de alimentación correctos es una tarea fácil, ni que, aun siguiendo las pautas y recomendaciones anteriores, se solucionará el problema en una semana.

o Hacer de las horas de comer momentos relajados y agradables. Siente al niño en la mesa cuidando que haya un ambiente agradable: iluminación, un plato divertido o apetecible a la vista, un vaso con un dibujo animado, palabras agradables y sonrisas.

o Asegurar un entorno controlado y sin excesiva carga estimular.  Si ha observado que ciertos objetos, juguetes o situaciones distraen demasiado a su hijo, retírelos. La hora de comer es para comer, no se juega ni se ve la televisión. Se puede permitir al niño mantener un juguete en la mano o cerca de él. Hable de cosas agradables con su hijo mientras come, cuéntele un suceso divertido del día  o  cántele  una estrofa de una canción o retahílas si es pequeño.

o El adulto debe ser directivo pero  siempre manteniendo una actitud  de tranquilidad y confianza. No insista una y otra vez en que coma, él ya sabe que es la hora de comer. No haga comentarios continuos si el niño no come, recuérdele alguna vez el refuerzo o la actividad agradable que le espera para después de comer y/o que el tiempo de comida se está acabando, pero no lo haga con demasiada insistencia –sólo 1 ó 2 veces máximo. Refuerce o alabe si esta comiendo pero procure hacerlo  con sonrisas y comentarios no directamente relacionados con la comida. Si es usted el que le da de comer, espacie los ofrecimientos de la cuchara o de la comida unos 5-10 segundos después de que ha rechazado una cuchara, después de este tiempo inténtelo de nuevo. Prohibido gritar o discutir en la mesa.

o No ofrecer otra cucharada hasta que se ha tragado la anterior. Por esto es importante motivarlo para que trague en lugar de estresarlo con la boca llena, pudiendo dar lugar vómitos o que escupa. Para ello se puede ofrecer agua o zumo (pequeñas cantidades), contar hasta tres y que enseñe la boca o alternar un alimento de su agrado con otro que no le guste tanto.

o Si no le gustan ciertos alimentos y además come muy mal, evitar los alimentos que no le gustan los primeros días (no podemos empezar por todo a la vez) y céntrese solo en que coma sentado, solo y cantidades normales. Le enseñaremos a comer de todo
una vez que coma cantidades adecuadas de comida y, además, que las coma con gusto y aceptando la rutina de comer. Podemos intentar que coma alimentos nuevos, a modo de pequeños aperitivos.

o Cuando  decida  incorporar  alimentos  nuevos,  ponga  solamente  un  alimento nuevo cada vez, junto con otro que le guste al niño.  Para los alimentos que no le gustan, ponga muy poco y siempre acompañado de otros alimentos que le gustan mucho. Puede probar a poner platos combinados (no mezclados) con raciones muy pequeñas.

o Acostumbrarlo a no levantarse de la mesa. Si se levanta, ya hemos comentado que usted no debe llevarle la comida hasta donde se ha ido el niño. Lo mejor es que siga usted comiendo y le dé un aviso verbal indicándole que la comida se queda fría y/o que el tiempo de comida se va a acabar y se va quitar la mesa. El niño pierde “tiempo de comida” y usted debe asegurar que después de ese tiempo no puede picar nada hasta la próxima comida. En algunos casos puede ser conveniente el obligarle físicamente a permanecer sentado, consulte con el psicólogo o terapeuta del niño.

o Animarle a que ayude a preparar la comida. En caso de niños mayorcitos dejarle que ayude a planificar las comidas de la semana, cuando hay que ir a hacer la compra o a “echar una mano en la cocina”.

o Permitir que haya un periodo de descanso antes de la comida para evitar la fatiga o la sobreexcitación que algunos niños traen del colegio y quitan las ganas de comer. En el desayuno y merienda tenga refrigerios variados y nutritivos, permita que los niños elijan. En las comidas principales no se debe elegir, exceptuando el postre cuando se está iniciando el programa de alimentación. A todos nos gustan unos platos más que otros, y cuando el niño es pequeño se puede permitir que elija lo que más le gusta de vez en cuando pero, en general, se debe ir acostumbrándole a comer de todo. Lo que no se debe permitir es que sólo coma lo que le gusta.




LO QUE NUNCA SE DEBE HACER

Intentar “engañar” al niño mezclando distintas comidas. Tratar de camuflar alimentos nuevos o que no son de su agrado con comidas o texturas preferidas puede ocasionar más dificultades que beneficios ya que, dada  su gran hipersensibilidad normalmente detectarán el “engaño” y originará un rechazo a los alimentos antes tolerados y desconfianza hacia las personas y momentos relacionados con la alimentación.

Presentar la misma comida una y otra vez en distintos momentos del día y en días sucesivos. Los niños suelen ser muy resistentes y en este caso se educa su resistencia, ya que normalmente y porque finalmente se alimente le daremos otra


cosa, con lo cual le enseñamos “involuntariamente” que con la resistencia logra su objetivo. Para introducir alimentos nuevos hay que hacerlo en muy pequeñas cantidades y aislados, para después ofrecerle un plato de su gusto.

Poner en el plato más comida de la que en realidad el niño puede consumir. Ya que el parámetro que queremos que aprenda el niño es el del plato vacío es preferible que siempre haya la cantidad justa que queremos que coma (siendo ésta no excesiva). En lugares fuera de casa donde se le sirve el plato, se le puede acomodar  la  cantidad,  retirando  del  mismo  lo  que  sea  excesivo  antes  de  que empiece, (asegurándonos de que el niño no se da cuenta).

En cada comida presentar varios alimentos nuevos para tratar de descubrir cual podría aceptar. En los niños con autorestricciones en su dieta esto no suele ser eficaz, es mejor introducir de uno en uno los alimentos procurando que sean semejantes en alguna característica (textura olor, sabor, temperatura) de su agrado y cuando lo acepte en su dieta, pasar a otro.

Forzar físicamente al niño. Todos los objetivos del programa se deben ir consiguiendo  de  manera  progresiva, ajustándonos  a  las  necesidades  del niño  y siempre  garantizando  un  entorno  tranquilo  y sin  excesiva  carga  de  ansiedad  o frustración. La clave del éxito del programa está en proponerse metas sencillas, cada una a su tiempo y mantener la tranquilidad.



ALGUNAS SITUACIONES COMUNES Y PROBLEMAS FRECUENTES

    Rechazo a todos los alimentos sólidos.

Algunos niños no hacen fácilmente la transición de los alimentos triturados a sólidos. La alimentación triturada, que en principio garantiza la adecuada nutrición del niño ya que así se garantiza que se alimente de forma completa y rica, posteriormente genera problemas como que no se puede ir con él a determinados sitios (casa de familiares y amigos, restaurantes, comedores grupales…).

Volvemos a insistir en que pueden existir problemas de dentición o de deficitaria musculación bucofacial (no la ejercita al no hablar y tampoco al masticar lo cual repercute recíprocamente en ambos procesos).

Por tanto es necesario que por todos estos motivos el niño normalice la alimentación sólida. Para ello podemos utilizar dos técnicas, a elegir según se adecue mejor al niño:

A) Progresivamente ir presentando los purés y las papillas con una textura más espesa. Se debe iniciar en una sola comida diaria. El cambio a mayor espesor debe ser mínimo y ofrecerle un plato en el que en un lado hayamos colocado solamente una o dos cucharadas de puré con esta nueva textura pero elaborado de forma habitual y el resto del plato con la textura de siempre y progresivamente cuando se habitúe y no lo rechace






ir espesando y aumentando la cantidad de alimento presentado de esta forma. Después generalizar a todas la comidas del día, donde haya purés y posteriormente comenzar el mismo  proceso  con  un  poco  de  estos  alimentos  (conocidos  en  sabor,  color  y temperatura, por ejemplo: pescado, tortilla, patatas…) chafándolo con el tenedor (no triturados), hasta llegar a presentarle el mismo alimento a trocitos. Finalmente, con este proceso que puede ser largo, llegará aceptar los alimentos sólidos.

B) Introducir directamente pequeñas cantidades de alimentos sólidos aunque con una textura blanda (croquetas, tortilla, patatas, pescado cocido, etc…) en la dieta del niño. Siguiendo el mismo proceso gradual que en el caso anterior, presentándole una pequeña cantidad antes de su plato habitual, siendo sistemáticos todos los días y animándole. Cuando lo coma irá habituándose a la progresión del alimento sólido.

    No acepta probar comidas nuevas.

Los pasos son similares al proceso del caso anterior. En resumen:

a) Elegir una de las comidas para llevar a cabo el programa; por ejemplo la cena. b) Elegir un alimento nuevo que sea similar en textura y sabor a los que el niño
acepta con agrado, pero ¡ojo! uno solamente y aislado.
c) Todos los días en la cena presentar un pequeña cantidad del alimento nuevo seguida de un plato de su comida favorita.
d) Si el niño no se lleva a la boca el nuevo alimento, el adulto puede guiar
físicamente su mano o ser él el que le de ese alimento “especial”.
e) Ignorar conductas como escupir la comida, asumiendo que se lo ha comido, y después presentar la comida habitual. Aunque el niño escupa el alimentos, se
estará produciendo un proceso de desensibilización a la textura, olor y sabor nuevos, que es muy necesario para conseguir el objetivo final.
f)  Si al cabo de una semana de presentación sistemática del mismo alimento, el niño sigue rechazándolo, será necesario repetir la secuencia pero esta vez probando con otro alimento diferente.
g) Valorar y premiar con elogios “bien, muy bien” o con algún reforzador de su gusto el hecho de tomar algo nuevo.

    Come cualquier cosa, sin discriminar entre lo que es comestible y lo que no lo es (conducta de pica).

La conducta de pica puede ser frecuente en los primeros años, ésta es la conducta de comer alimentos que no son comestibles (arena, jabones, piedras, papel, plastilina…). Hay que consultar con el médico para que valore si esta conducta responde a alguna carencia nutricional.

En caso de  que  ya haya sido valorado  por el pediatra, para eliminar  la conducta problema hemos de llevar con nosotros una bolsa de basura y una tarjeta (fotografía) que muestre “no se come” en principio con una sola cosa (no comestible) cada vez que lo coja y haga  el  intento  de  comerlo,  haciéndoselo  echar  a  la  bolsa  (guiándole  la  mano)  y enseñándole la tarjeta. Si se trata de alguna parte (no comestible ) de un alimento, debemos poner en un plato lo que se come y en la bolsa lo que no, para que comprenda y diferencie. Una vez que comprenda bien esto con una pica se podrán ir introduciendo el aprendizaje de no comer otras.

    Come separando todos los alimentos.

A veces los niños por su propia forma de percibir sensorialmente (gusto, vista, tacto- textura y temperatura en la boca-, olfato, …), necesitan organizar y simplificar toda esta información sensorial, que para ellos es excesivamente estresante, y se defienden de varias formas: rechazando el plato de comida (variada), separando los alimentos en el plato alimentos o alterándose ante él. Hay que comprender su dificultad para procesar esta gran cantidad de información, y bien organizársela previamente en fotografías para que sepa que lleva lo que come, o retirar alternativamente un ingrediente del plato para detectar cual es el que no le gusta, o dejarle comer el plato a su gusto organizado en compartimentos. Si come de todo, realmente no hay tanto problema en presentárselo así y acomodarnos nosotros al estilo (que no es caprichoso) de sus características perceptivas y mentales.

    Se levanta constantemente de la mesa y hay que seguirle por toda la casa con la cuchara para conseguir que coma.

Hay ocasiones, sobretodo siendo niños más pequeños, que su naturaleza les impulsa a moverse continuamente, y más en una situación de estrés (comida), esto es algo que debemos corregirles y educarles. La mejor forma para ello es hacer que el tiempo que permanecen sentados corresponde exactamente con el tiempo de dejar el plato vacío (empezando por una pequeña cantidad de alimento y de su máximo agrado) que no le requiera demasiado tiempo, ampliando la cantidad progresivamente, pasando poco a poco a otros alimentos siguiendo el mismo proceso de aumentar  cantidades, para dejar siempre el plato  vacío  antes  de  levantarse.  Si  es  necesario  hay  que  darle  refuerzos  verbales  y materiales y hacerle guías visuales del tiempo sentado hasta que el plato esté limpio.

    Cuando está fuera de casa no come nada.

Está situación es muy frecuente y realmente comprensible por la cantidad de variables que se ven alteradas cuando salimos a comer fuera de casa y que el niño no es capaz de procesar. El proceso de habituar al niño a comer fuera debe seguir estos pasos de aproximación sucesiva:

a) Cocinar en casa, frente al niño, su comida preferida, meterla, con su colaboración a ser posible, en un bol y después en una bolsa junto con su plato, vaso y cubiertos. Si puede que la transporte él o que vea claramente que se lleva al lugar donde vamos a comer.
b) Una vez que acepte comer su comida y con su plato en ambientes “poco habituales”, se deberá realizar el primer cambio: servir su comida preferida y casera en platos del
lugar donde se realice la comida, sirviéndosela delante de él para que vea que la
sacamos de su bol y es la de casa.
c) En sucesivas salidas, se le ofrecerá una pequeña cantidad de comida elaborada en ese lugar, conocida y de su agrado y a continuación la suya casera. Así de forma progresiva hasta que acepte a comer mayores cantidades, a ser posible coma un plato completo (de su agrado) elaborado en este lugar no habitual. Y progresivamente, aumentar el repertorio de alimentos. Las salidas hay que procurar que sean de su agrado y motivantes, haciendo al terminar de la comida algo que le guste o dándole algo muy agradable para él.

    Come de forma compulsiva, nunca se sacia.

La actuación más adecuada en estos casos sería:

a) Servir exactamente en su plato la ración que se considere que debe consumir y evitar que pique de todo lo que hay en la mesa, si es necesario servir todos los platos de los comensales y evitar que haya alimentos en la mesa de libre consumo (pan, aperitivos…).

b) Evitar el libre acceso al frigorífico y despensa, si es necesario poner pestillos en estos o cerrar la puerta de la cocina con llave.

c) Enseñar al niño a comer más despacio. Para ello por ejemplo se le puede acostumbrar a que cuente hasta 10 en cada masticación o que a través de pictogramas (situados encima de la mesa) haga unos rituales entre la ingesta de cada porción, como por ejemplo masticar un número determinado de veces, limpiarse la boca y beber agua. Todo a un ritmo tranquilo.

    No sabe manejar cubiertos.

Para aprender a manejar los cubiertos debemos tener en cuenta cada caso en particular, y situar al niño en la dificultad concreta. Puede ser que su problema sea con la cuchara, el tenedor o cuchillo, con todos o con dos de ellos. Por esto el proceso debe ser de acompañamiento total (sin ensayo y error, es decir, no dejando que lo haga él sólo como pueda). Nuestra posición más idónea debe ser situarnos por detrás de él para llevarle la mano y poco a poco ir soltándosela empezando por cuando está vacío el cubierto y va a volver a cargar alimento, después cuando la mete en la boca y así progresivamente ir dejándole la mano, aunque guiada de cerca por nosotros hasta que lo haga él solo con seguridad.  También  se  puede  ir  subiendo  la  localización  de  nuestra  sujeción,  así  le tendremos al principio la mano cogida, después la muñeca, más tarde lo guiaremos desde el antebrazo, para terminar por soltar del todo. La misma rutina se hará también con el vaso. Para introducir el aprendizaje del uso de los cubiertos de manera secuencial, se comenzará por la cuchara para el postre con alimentos semisólidos (yogures, chafados…), el tenedor para alimentos sólidos blanditos, la cuchara grande para sólidos con caldo, después sopas y en último lugar el cuchillo.

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